FOTO: SSC Napoli

Hoy a las 13H45 no hay clases, no hay basura recogida, no hay ni quien cuide a los niños. ¿La razón? El Napoli puede ser campeón. Así, sin anestesia. En una ciudad donde el fútbol no se vive: se respira, se grita y se sufre, no hay espacio para lo cotidiano cuando la gloria está a noventa minutos.

Las escuelas cerraron “por precaución”, los barrenderos cayeron en masa con “síntomas”, y las guarderías no abrieron porque ni las maestras quisieron perderse el posible nuevo capítulo del evangelio napolitano. Cagliari es apenas un obstáculo en la ruta de un club que, si gana hoy, hará temblar los callejones de Spaccanapoli como si el mismo Diego estuviera bailando tango en los balcones.

Lo cierto es que esta tarde se juega más que un partido: se juega una identidad, una obsesión, una ciudad entera aferrada al celeste. Si el Napoli levanta el Scudetto, el Vesubio no explotará, pero Nápoles sí.

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