Se acabó el experimento. Pablo “Vitamina” Sánchez ha sido oficialmente despedido de Liga Deportiva Universitaria, y con él se va la promesa de un proyecto que nunca terminó de despegar, ni siquiera de arrancar. Lo reemplaza, al menos por ahora, Patricio Hurtado, el bombero de turno llamado a apagar un incendio con un vaso de agua.
La decisión llega justo antes del partido más decisivo del semestre: el todo o nada contra Central Córdoba por la última jornada de la Libertadores. ¿El momento ideal para un cambio? Difícilmente. ¿Una reacción tardía? Probablemente. ¿Una movida desesperada? Seguramente.
La gran pregunta ahora no es quién dirige, sino quién responde. ¿Qué plan tiene Hurtado para rescatar un plantel que luce extraviado, sin alma y sin libreto? ¿Quién se pone el equipo al hombro cuando el vestuario parece más confundido que nunca? ¿A qué juega LDU, y sobre todo, a qué quiere jugar?
El ciclo de Vitamina fue breve, pero dejó mucho para reflexionar: un equipo sin identidad, jugadores fuera de forma y de foco, y un club que sigue apostando por ilusiones en lugar de procesos. Y ahora, con el agua al cuello, se espera que el interinato haga milagros en noventa minutos.
El hincha no quiere explicaciones, quiere resultados. El escudo pesa, y la camiseta no se lava con excusas. Que se preparen los jugadores, porque con Vitamina fuera, ya no hay a quién culpar.
Se acabó el tiempo. Ahora, que hablen en la cancha.
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