23.798 almas. Un estadio lleno. Una final inolvidable.
Lo que ocurrió en el Rodrigo Paz Delgado no fue solo fútbol. Fue historia. Fue un antes y un después para el fútbol femenino sudamericano.
La final entre Brasil y Colombia, que terminó 4-4 tras 120 minutos de pura emoción y se definió por penales (5-4), nos regaló uno de los mejores partidos del año. Pero más allá del resultado, más allá del título que volvió a manos brasileñas, lo que retumbó en Quito fue otra cosa: el rugido de 23.798 personas que llenaron las gradas y abrazaron este partido como lo que fue: una fiesta mayor del deporte.
No hubo espacio vacío ni indiferencia. Hubo ovación para ambas selecciones, respeto por el espectáculo, pasión sin distinción de género. ¿Quién dijo que el fútbol femenino no llena estadios?
El mensaje es claro: ya no hay vuelta atrás. El fútbol femenino ya está aquí, y se queda. Crece. Compite. Llena. Emociona.
Sudamérica despertó.