El fútbol está de luto. Miguel Ángel Russo, uno de los entrenadores más respetados y queridos de Sudamérica, falleció a los 69 años tras una larga batalla contra la enfermedad. Su partida deja un silencio profundo en los estadios, un vacío que ni el paso del tiempo podrá llenar.
Russo no fue solo un técnico. Fue un símbolo de dignidad, templanza y amor por el fútbol. Ganó títulos, sí, pero su mayor legado fue la forma en que condujo equipos y personas. Su figura en Boca Juniors quedó grabada en la historia, no solo por los campeonatos conquistados, sino por la calma y el respeto con que defendió el escudo.
Su carrera fue un ejemplo de constancia: dirigió a más de una decena de clubes, siempre dejando huella, siempre con la misma convicción de que el fútbol debía vivirse con humildad y con valores.
Hoy, desde Buenos Aires hasta cualquier rincón donde se respire fútbol, se rinde homenaje a un caballero de las canchas.
Miguel Ángel Russo se va, pero su huella seguirá marcada en el alma del fútbol argentino y sudamericano.
Gracias por tanto, Miguel.
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