Fuente | Óscar Portilla
Ecuador está viviendo una nueva enfermedad futbolística: la empatitis aguda. Un virus silencioso, incómodo y cada vez más evidente que se instaló en la selección desde la llegada de Sebastián Beccacece. La estadística es simple y brutal:
8 partidos recientes, 6 empates.
4 amistosos sin ganar.
14 encuentros invictos, pero con ilusión en terapia intensiva.
Defendemos bien, sí. Con Hincapié, Ordóñez y Pacho, Ecuador puede presumir una de las mejores líneas defensivas de la Conmebol. Una muralla que merece ser declarada patrimonio nacional.
Pero detrás de ese muro hay un vacío gigante.
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