
¿Qué se puede decir de un equipo que estaba con un pie y medio fuera de la Copa Libertadores y ahora avanza a octavos como líder de grupo? Solo una cosa: esto es Liga Deportiva Universitaria, y si no la entiendes, es porque no la sufres.
La paliza 3-0 a Central Córdoba no fue solo un trámite, fue un acto de rebeldía. Un equipo sin técnico titular, con más dudas que certezas y con una hinchada partida entre el “ya fue” y el “siempre se puede”, le pasó por encima a los argentinos como si llevara semanas jugando a algo.
Pero aquí estamos. Con seis puntos en los últimos dos partidos, Liga pegó un salto del tercer lugar (fuera de todo) al primero del grupo. Una hazaña que ni el más optimista del palco se atrevió a predecir. Irónico, ¿no? Con Vitamina fuera, con un técnico improvisado pero que conoce la casa y sin una dirección clara, los albos se sacuden la mediocridad como si fuese solo cuestión de actitud.
La verdad es incómoda: Liga juega mejor sin entrenador que con uno “experimentado”. Y eso, más que un motivo de orgullo, debería ser una alarma. Porque si esta clasificación fue una hazaña, el próximo paso requiere algo más que épica.
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