No habían pasado ni 20 segundos y LDU ya estaba contra las cuerdas. Un error defensivo monumental permitió que Artur, con la frialdad de un verdugo, firmara el 1-0 para Botafogo en el mismísimo arranque del partido. El Estadio Nilton Santos rugió, y los brasileños jugaron desde entonces con el marcador y la confianza a su favor.

La reacción alba fue más de orgullo que de claridad. Intentó, presionó, buscó espacios… pero la muralla carioca resistió. Tiago Nunes y sus dirigidos pagaron carísimo ese pestañeo inicial, y ahora la serie se traslada a Quito con la misión de remontar en el Rodrigo Paz Delgado.

La historia no está cerrada. En Libertadores, un gol de ventaja no es sentencia… pero sí advertencia.

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