Este sábado, el mundo futbolero se paraliza con la final de la UEFA Champions League en Alemania. Mientras millones verán a PSG e Inter luchar por la Orejona, en otra dimensión paralela del fútbol más caótica, menos clamorosa y llena de letra chica el América y Los Angeles FC juegan por el último boleto al Mundial de Clubes 2025.
¿La razón? No es mérito deportivo ni formato innovador. Es, sencillamente, “multipropiedad”. El Club León, que tenía todo para estar en el nuevo “mundialito” de la FIFA, fue descalificado por compartir dueño con Pachuca. Sí, así como lo lees: no por perder en la cancha, sino por tener los mismos apellidos en la escritura legal. Resultado: León afuera y repechaje exprés entre América y LAFC. Porque cuando en Concacaf no saben a quién mandar, organizan un partido y listo.
Y lo mejor (o peor) de todo: se juega el mismo día que la final de la Champions League. Mientras en Múnich se escribe historia con tinta dorada, en Estados Unidos se disputa un cupo como si fuera una rifa de último minuto. El ganador irá al torneo más inflado del planeta, no porque haya sido el mejor del continente, sino porque el reglamento de Concacaf y las normas de la FIFA hacen malabares para evitar escándalos creando otros.
América y LAFC tienen buenos planteles, sí. Pero esto no es fútbol puro: es fútbol con asterisco. Un pase mundialista que se juega en la sombra de un castigo administrativo.
En europa se juegan la gloria eterna, mientras que en Sudamérica se juegan un último boleto al mundial.
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