
El fútbol, a veces, se permite escribir poesía.
Ángel Di María le dijo adiós a Europa y eligió lo que muy pocos se atreven: volver a su raíz.
Cuando todos pensaban en Miami, Arabia o alguna despedida dorada en silencio, “el Fideo” eligió ruido del bueno: el de su gente. Rosario Central lo esperaba con los brazos abiertos… y él volvió como lo hacen los grandes. Después de brillar en Benfica, PSG, Real Madrid, Juventus, y levantar absolutamente todo lo que un jugador puede soñar, el campeón del mundo decide terminar su historia donde la empezó.
No todos entienden lo que significa regresar a Rosario.
No todos tienen la valentía de renunciar al confort por el romanticismo del potrero.
Di María no vuelve para completar un álbum. Vuelve para cerrar un círculo.
Para mirar a la tribuna del Gigante y reencontrarse con el niño que un día soñó con ser lo que hoy es. En tiempos donde el fútbol se vende al mejor postor, el Fideo se compró un boleto de vuelta al alma.