Hay promesas que se gritan como atajadas, y Hernán Galíndez acaba de lanzar una que retumba en todo Parque Patricios: “Si somos campeones, me tatúo el escudo de Huracán”.
El arquero ecuatoriano no solo ha defendido el arco del Globo con reflejos y valentía, también lo ha hecho con alma. Llegó en silencio y hoy es figura, líder y símbolo. Y ahora, a las puertas de una final histórica ante Platense, pone la piel por el club.
Este domingo, Huracán puede romper décadas de sequía. Y Galíndez, si levanta la copa, quedará eternamente marcado. En la historia del club… y en su propio cuerpo.
El fútbol es eso: pasión, locura, y promesas que se cumplen con tinta y corazón.