Fuente | Óscar Portilla

En el campeonato ecuatoriano de fútbol, se jugó un partido que en teoría debía ser uno más del calendario. Sin embargo, el marcador final —8 a 0 a favor de Aucas sobre Delfín— encendió todas las alarmas. Un resultado tan abultado no puede pasar desapercibido, y menos en un torneo que lucha por mantener su credibilidad.

¿Ocho goles? ¿De verdad? Es imposible no levantar la ceja. Algunos lo toman con humor, otros con indignación, pero todos lo miran con sospecha. Y sí, hay ocho razones para dudar.

El rumor popular, ese que recorre los camerinos y las redes, apunta a un fantasma que cada vez pesa más: las apuestas deportivas. Y si no son las apuestas, otro argumento se instala: ¿jugadores que van en contra del técnico? En este caso, del “Pato” Urrutia.

Los errores defensivos del Delfín no fueron simples fallos; fueron desconcertantes, casi infantiles. Errores que dejan un sabor amargo, porque un 8-0 no solo deja tres puntos, deja una grieta en la confianza del campeonato.

No se trata de restarle mérito a Aucas —que jugó, goleó y disfrutó—, sino de mirar más allá del resultado. Porque si seguimos normalizando estos marcadores sin pedir explicaciones, el fútbol ecuatoriano pierde su valor, su esencia y su credibilidad.

0 Se el primero en dar me gusta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *